jueves, 28 de junio de 2012

3 naranjas, 2 olivos y querer

¿Ya nada era como antes?... ¿O siempre ha sido así pero jamás lo había notado?... No sé, no sé y no sé, ¿cuándo sabré algo?
Odio esto, odio por lo que paso, no acepto que estos cambios bruscos ocurran. Querer estar molesto, leer algo y sonreír para volver a recordar que quiero estar molesto. Dulce ironía, como lo disfrutas.
No tengo la necesidad de llorar para demostrar que estoy mal, para dejar claro que estoy derrotado, que ya la armadura me pesa, las heridas me sangran y las penas me atormentan. Estoy cansado.
La música no me relaja, me genera estrés pero no puedo dejarla, es un lazo indestructible que revive momentos que quiero parar de asimilar.
Curiosa palabra, "Querer", 2 significados, millones de interpretaciones. 
¿He cambiado? Puede ser ¿Madurado? Lo dudo.
Me he dado cuenta que ya he aprendido a vivir sin él, ya la lista de dependencia se reduce pero no para bien. Es como ver cuadros de familiares lejanos, saber que son parte de tu familia pero no están al alcance de tu mano, no es lo mismo, ya no compartimos el cuarto, el baño, la ropa, los zapatos. Su vida siguió al igual que la mía.
¿Tengo amistades? No responderé esto... una pregunta muy trucada.
Ya no sé como dialogar, no puedo mantener una conversación sin sentirme incómodo a la quinta oración sea por incomodidad propia o detectar al por parte del otro interlocutor. Se ha vuelto frecuente esto con mis compañeros. Creo que los munes los atosigan pero yo no los dejaré.
El Principito se ha vuelto como una Biblia para mi, y tampoco puedo olvidar a Annelies Frank, la persona que me demostró que con mi familia me puedo sentir incómodo pero siempre serán mi punto de apoyo, mi zona de seguridad. Ana, ya entiendo porque le escribías a Kitty sobre tus amigas de esa manera. Gracias.
¿Dejarías el país? Patria es una, nacionalidades muchas.
Si muy bien yo estoy en contra del actual gobierno, eso no le quita lo bello a mi hermosa Caracas. En uno de estos días fui a ver Orinoco, musical venezolano que unen el joropo con el flamenco interpretando la obra de Rómulo Gallegos, Doña Bárbara. Este espectáculo lo presencie en la gran Aula Magna, no tenía palabras para describir su majestuosidad, cuando entre me dí cuenta que ese era el lugar donde me graduaría en un futuro, pero no desvariemos, yo ya mentalizado que eso sería una pérdida de tiempo y una buena siesta con aire acondicionado, comenzó el zapateo...
Las luces tenues empezaban a mostrar a los intérpretes musicales y poco a poco a los bailarines con un estricto ritmo al zapatear. Debo decirles que de esa sala, yo particularmente salí zapateando el ritmo base del joropo y eso me hizo pensar "No importa el partido político que desempeñemos, no importa el colegio en que nos graduamos o la universidad en la que estudiamos para saber que la cultura la estamos dejando a un lado para adquirir los modismos o culturas europeas y asiáticas... la cultura venezolana es única y después de eso puedo decir que es muy buena, entonces ¿por qué la falta de interés a ella?". 
¿3 naranjas para llevar? Divide la diferencia ¿y los olivos? Aceite volverán ser a.
Yoda amigo un me enseñó que para entenderse a dar no importa el estar en orden, saldrá todo igual.

viernes, 1 de junio de 2012

It's gone

¿Saben qué es pararse ante la puerta de su cuarto, sabiendo que ya no lo compartirás, que extiendas la mano y justo antes de agarrar la perilla te tiemble y no querer abrirla porque sabes que todos esos recuerdos con él te invadirán pero debes comenzar a aceptar que él ya está forjando su vida y que esto es el primer paso para su éxito? Entonces no saben lo horrible que me siento. 
Entrar y caer sentado en la cama sollozando y preguntándome "¿Por qué? ¿Este fue el adiós? y si es así, soy un cobarde, no tuve el coraje de poderle decir adiós, no pude, solo lo abracé y lloré en su hombro, ¿Por qué no hice más nada?
Fue el día más duro de mi vida, me levanté mentalizado en que debía estar feliz, no llorar como la vez anterior, intentar mantener la firmeza y que mi familia pueda buscar el punto de apoyo en mí al momento de la despedida. Nos alistamos, nadie dijo nada, todo fue rápido y silencioso. Pasábamos uno al lado de otro como ánimas, en silencio y sin estorbar al otro. Salimos lo más temprano que se pudo.
Al llegar ya uno se va dando cuenta de que el aeropuerto es un lugar donde puedes recibir el mejor gusto o el peor disgusto, puede variar y por alguna razón siempre pensé en "Caracas, Ciudad de Despedidas" no sé, esos universitarios que se "irían demasiado" me recordaron que todo es una despedida -aunque no sea así- y así vas perdiendo poco a poco la firmeza que tienes desde la mañana.
Ya al hacer la fila para entregar las maletas los ojos se te llenan de lágrimas, te das cuenta que se está yendo y no puedes hacer nada. Todo es por su bien y de alguna manera también para el tuyo. Veo hacia todos los lados. Hay muy pocas personas. Mi hermana, mi mamá y yo somos los únicos llorando, sabemos que viene.
Él llega. No puedo contenerme más y rompo en llanto, se muy bien que se repetirá todo lo que pensé la primera vez que se fue pero esta vez era más duro: Ya no había un boleto que indicara su regreso, ya eran maletas con la ropa que iba a usar allá para establecerse, no era un viaje para vacacionar, era el futuro de él y posiblemente el mío también. Ya no habrán abrazos, verlo jugar, estar en su Mac cuando yo estoy en la computadora, que se meta en mi cama porque el sueño lo vence y no hay nada que lo mueva cuando ocurre eso, quedarnos los 3 dormidos en lo que es ya mí cuarto, poder arroparlo e infinidades de cosas y todo eso paso por mi cabeza durante ese largo abrazo cuando él llego y nos vio llorar. No le dije ni una palabra, sólo lloraba en silencio, la voz no me daba. El pecho se me había arrugado. Automáticamente la manga de mi suéter adquirió función de pañuelo. Caminamos los 3 abrazados, Nano sonriendo y Michelle y yo llorando en silencio mientras dábamos cada paso.
Tuvimos que esperar una hora, estábamos más que a tiempo, nos sobraba y todo. Fue la hora más difícil para los 5, ya todos sabíamos como terminaría eso y lo único que nos quedaba era hacernos reír entre nosotros y cuando digo nosotros me refiero a mi mamá, mi papá y Nano porque Michelle y yo no podíamos, seguíamos en shock. Reímos. Lograron quitarnos las lágrimas de la cara pero no por mucho.
Quedaban 20 minutos para el abordaje, todos veíamos el gran reloj Omega, nos paramos, fuimos en marcha y esta vez los 5 abrazados. Cuando llegamos a la puerta donde sería el final nadie resistió, los abrazos fueron interminables, las palabras de ánimo no parecían tener respaldo por el sentamiento que uno cargaba y como las decían entre lágrimas. Recuerdo exactamente que yo fui el último al que abrazó y antes de mí a Michelle. Al ver cómo la abrazaba con ese aferró empecé a llorar más, sabía que una pesadilla se estaba materializando, se iba. Ella estaba pasando lo peor en ese momento.
Cuando lo abracé, lloré, él ya estaba llorando, no pude decirle nada, no quería, no quería que escuchará esa voz marchita consumida por la tristeza, solo lo abracé con una convicción que jamás había tenido. No tuve el valor de decirle "Te quiero, te voy a extrañar" No pude y aún lo lamento tanto. Le di indicios de que ya quería que terminara el abrazo porque no lo iba a poder soportar. Me besó en la cabeza y se separó
Después de estar abrazados por un largo tiempo marchó hacia la puerta. No pude ver eso, se me hacia atroz, una gran parte de mi vida se desprendía de un segundo a otro, de un abrir y cerrar de puertas con vidrios ahumados que impiden el paso de las vistas curiosas que se preocupan por su familiar para verlo hasta el final, para poder creer que al hacer esto se calmarán un poco más pero yo sabía que si hacía esto prolongaría mi dolor. Mis padres si lo hicieron. Cada vez que se habría esa puerta ellos se asomaban y rápidamente buscaban su cabeza.
Cuando ya pasó todo y la puerta casualmente abrió, mis padres se despidieron pero él no los vio y siguió. Fue lo más duro para los 4. 
El resto prefiero dejarlo para otro día, mucho llanto por hoy.