domingo, 14 de abril de 2013

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Los cohetes suenan a lo lejano. El canario no para de cantar. Un carro acelera y solo pienso que va a chocar. Todo se va uniendo, cada vez es más estruendoso. Son las 4:00 am y aún no pego un ojo.

Lo que pase hoy me preocupa, tal vez porque siempre está a disposición la idea de un déjà vu. Nada es seguro y no hay quien que confirme el futuro. Me tiene nervioso la idea de un cambio.

Cambio... cam-bio... no revolución... cambio. Tengo miedo a que las personas no entiendan el "cambio". Me molesta su cabeza cerrada que sólo tiene que aceptar su ideal, tener que implementarlo a la fuerza y de no conseguir su objetivo, recurrir a la violencia. Imbécil el que golpea la pared para pasar la rabia que en un minuto se habrá ido. Inútil.

Ya mi cabeza empieza a proyectar las voces de mis padres, poniéndome un poco paranoico y alerta. El canario sigue cantando. Ojala los tubos de escape de las motos tuvieran un silenciador, muy famosos en las calles venezolanas pero no exactamente empleadas en las motos. Me molesta que hagan cumplidos acerca de mis pensamientos: son personales. 

Hoy todos vamos a hablar, el que calle, no pierde, simplemente es un idiota por perder un derecho. La diana se aproxima. Me molesta; no somos militares para que irrumpan nuestros sueños, el único lugar que posiblemente nos hace levantarnos. Irónico que yo aún esté despierto.

Pase lo que pase, te seguiré amando tierra bendita hasta que el canario pare de cantar y en mis sueños te deje de imaginar.